La organización por parte de las Filarmónicas de Saturnia (Amilchare Ponchielli) y Montemerano (Giuseppe Verdi) fue perfecta por lo que el éxito de los conciertos estaba practicamente asegurado. No obstante en ambas localidades disfrutaron y mucho de la música española y extremeña, que fue la gran protagonista del programa con el que nos presentamos en Italia.
El día venticuatro de julio, a las siete y veinticinco minutos de la mañana nuestro avión salía desde Barajas con destino al aeropuerto de Fiumicino, en Roma. Con nuestras maletas e instrumentos, un sentimiento especial de emoción nos acompañaba por tener la posibilidad y el honor de actuar como embajadores de nuestra tierra.
El trayecto a Saturnia, en el corazón de la toscana, no fue fácil. Llevábamos viajando desde las once de la noche del día anterior y la carretera que nos llevaba hasta nuestro destino, con muchas curvas, atravesaba zonas con grandes desniveles de terreno. No obstante la ilusión siempre estaba presente y el humor tampoco faltó.
A nuestra llegada fuimos acogidos por las familias de Saturnia que nos dieron alojamiento y nos sirvieron la comida de nuestro primer día en Italia. Es curioso que tan solo un día antes, las temperaturas en la localidad y en Italia en general habían sido muy elevadas. Con nuestra visita, los grados bajaron y las actividades que llevamos a cabo allí se realizaron en un ambiente muy agradable.
– “Habéis traido con vosotros este maravilloso clima”. Nos comentó uno de los músicos de la Filarmónica de Saturnia.
Tras la comida, nuestros anfitriones, nos enseñaron algo de la historia y las costumbres de la zona, y algunos músicos tuvieron ocasión de visitar la localidad en la que nos encontrábamos así como la de Montemerano, donde tendría lugar nuestro concierto al día siguiente. La tarde, de obligado descanso, nos llevó a los preparativos del concierto que se desarrolló al aire libre, en una magnífica plaza que se llenó de una entusiasmada audiencia. Para la ocasión, tuvimos la suerte de contar con un excepcional maestro de ceremonias: nuestro abanderado, Luis Antúnez que con su simpatía supo, en italiano y practicamente improvisando, ganarse el cariño del público. Al acabar el concierto y tras la cena de convivencia que las bandas nos ofrecieron, cada uno decidió vivir la noche de Saturnia a su manera. Algunos acudieron a una fiesta privada y otros decidieron tomar algo tranquilamente en el centro del pueblo.
Al día siguiente nos esperaba una agradable visita a las Termas de Saturnia, un moderno balneario a pocos kilómetros de dicha localidad. Allí, en sus cálidas aguas curativas, pudimos descansar y relajarnos, y tomar fuerzas para nuestro siguiente concierto que tendría lugar en Montemerano, un precioso pueblo amurallado con forma de corazón que a todos nos dejó con la boca abierta.
En Montemerano, Luis Antúnez volvió a hacer las veces de maestro de ceremonias, haciendo una magnífica presentación, con dedicatoria en forma de poesía a la localidad, incluida.
Ambos conciertos dejaron honda huella en el público italiano y su entrega y la calidez de sus aplausos, en nosotros, lo que hará que no olvidemos jamás esta experiencia. A modo de homenaje, nuestra banda ofreció una versión de la popular canción italiana con música de Luigi Denza, FUNICULÍ FUNICULÁ, en una versión para banda que cuenta con una predominante intervención de la trompeta, y que interpretó magistralmente nuestro compañero Juan Beltrán Silva. Este tema se convirtió en la banda sonora del viaje pues ha sido a menudo cantado de manera simpática por todos y cada uno de nosotros.
El lunes partimos de Saturnia para conocer Siena (Plaza del Campo, Catedral, Santo Domenico) y Florencia, ciudades ambas empapadas de la más importante tradición e historia del país italiano. En Florencia comimos y acompañados de dos guías pudimos recorrer a pie los más importantes lugares de la ciudad: Iglesia de Santa Croce, Piazza del Duomo, Piazza della Signoria, Ponte Vecchio, Casa natal de Dante Alighieri, Battisterio di San Giovanni y por supuesto la fabulosa catedral de Florencia. Al terminar la visita nos esperaba de nuevo el autobus para llevarnos a la capital italiana. Con nuestro conductor, Luigi, al que regalamos nuestro CD, TOROS EN OLIVENZA, llegamos a Roma ya entrada la noche, aunque aún hubo tiempo para salir a dar un paseo por las inmediaciones del hotel, que se encontraba a unos dos kilómetros del Coliseo Romano.
Con dos días libres por delante para visitar la ciudad de Roma, la mañana del martes comenzó con una magnífica visita panorámica por los lugares más importantes de la ciudad de la mano de nuestro guía Pino, que supo aderezar sus explicaciones culturales con agudos y divertidos comentarios sobre la vida romana.
A su lado visitamos la Fontana de Trevi, Plaza Navona, El Panteón, Plaza España, etc… como muestra de agradecimiento por la simpatía que demostró hacia nuestro país, nuestro compañero Juan Antonio Rodríguez le obsequió con una bandera española para poner junto a la suya de guía. Al mediodía de ese primer día en Roma, repusimos fuerzas en un restaurante cercano al Vaticano. A partir de ahí cada uno de nosotros tuvo libertad para visitar, ya más en profundidad, los monumentos, museos e iglesias que adornan esta magnífica ciudad.
No vamos a hacer mención de todos esos sitios que ya figuran en infinidad de webs para viajeros, unicamente contar la emoción tan grande que ha supuesto para los componentes de La Filarmónica el poder realizar este viaje. Y una muestra de la alegría y el buen ambiente que han reinado durante todos esos días, es este magnífico video que han elaborado nuestros compañeros Guadalupe Cuevas y José Manuel Madera. En él, queda patente todo lo que aquí os hemos contado.
Por esta y otras muchas razones estamos orgullosos de pertenecer a la banda de Olivenza.
Arrivederci Italia!